viernes, 25 de junio de 2021

¿Cómo es una consulta en Anatheóresis?

 


El término Anatheóresis etimológicamente significa:

Mirar hacia atrás contemplando el pasado y exhumarlo, traerlo al presente, comprendiendo.

Anatheóresis, es una psicoterapia de carácter perceptivo, que considera toda enfermedad como una disfunción física o psíquica de origen emocional.

Tiene sus fundamentos en los distintos ritmos cerebrales que condicionan nuestra percepción en el transcurso de nuestras fases de crecimiento, hasta los siete a doce años, en que la frecuencia cerebral es ya de ritmos betas maduros.

Se lleva al paciente por medio de una relajación profunda (no hipnosis) a un estado llamado IERA (inducción al Estado Regresivo Anatheorético), donde la persona no pierde la consciencia, sino que está perfectamente lúcida, siendo en todo momento dueña de sus actos, estando en un estado de ondas cerebrales Theta (4-8 Hz, estado similar a cuando estamos cerca de dormirnos).

En este estado, el terapeuta guía al paciente en un viaje a través de su inconsciente, utilizando una serie de estrategias, para que el paciente pueda vivenciar sus daños, extrayéndolos de la oscuridad de los ritmos cerebrales bajos, donde se han formado, hacia la zona luminosa de los ritmos altos beta.

Al vivenciarlos y comprenderlos, se disuelven.

Comprender no es lo mismo que entender, la comprensión se da cuando los dos hemisferios cerebrales se sincronizan. El comprender es con la mente y el cuerpo, y eso libera, borra las causas remotas y originarias de su enfermedad.

Como esquema básico, se trata de tomar la emoción y utilizarla como hilo conductor para ir regresando en edad y hacer que el paciente vivencie los hechos concretos.

Vivenciar no es recordar, sino volver a sentir. Los hechos concretos pudieran parecer "tonterías" a la visión de un adulto, sin embargo, fueron vividos desde la verdad sentida del paciente, con bastante intensidad como para convertirse en la raíz de sus daños, pasados y actuales.

Una vez liberada la carga emocional, se utilizan diferentes técnicas de conversión para lograr la completa desidentificación y desensibilización del paciente con respecto a dichos hechos traumáticos.

Al final de cada sesión se le sugiere al paciente que haga un resumen de su sesión.

El paciente puede a través de familiares confirmar sobre los hechos concretos vivenciados, teniendo en cuenta que la verdad real (lo que realmente ocurrió) y la verdad sentida (como lo vivenció el paciente desde su sentir) son cosas muy diferentes.

El terapeuta notificará al paciente cuando da por concluida la terapia, atendiendo a su demanda original.




DATOS SOBRE LA CONSULTA

La primera sesión es algo más larga, luego de una entrevista con el paciente, y ya en IERA, se le hace un Test de Grandes Símbolos, que arroja resultados significativos para la marcha de la terapia.

Las demás sesiones duran de una hora y media a dos horas, se inician con un charla paciente-terapeuta en vigilia, luego le sigue la sesión en IERA, buceando en los daños del paciente, para irlos disolviendo mediante las estrategias propias de la Terapia Anatheóresis.

Anatheóresis es una terapia rápida, el proceso dura entre 12 y 15 sesiones, dependiendo de cada caso, de su biografía oculta de daños, a veces algunas sesiones más.

Es el paciente el que sana, la función del terapeuta es la de guiar al paciente en todo el proceso de sanación.



Juana Ma. Martínez Camacho

Terapeuta Transpersonal
Acompañante en Bioneuroemoción
Facilitadora Internacional CMR (Liberación de la Memoria Celular)
(Cellular Memory Release)
Anatheóresis (Psicoterapia Regresiva Perceptiva)
Psiconeuroendocrinoinmunología
Yoga Terapéutico
Terapias naturales


www.centroelim.org        Telf. 653-936-074


domingo, 14 de febrero de 2021

Características básicas de ambos hemisferios cerebrales.


El hemisferio cerebral izquierdo, por escindir la subjetividad (que es unidad, globalidad, totalidad), crea la dualidad. Ya no hay una sola totalidad que lo llena todo, sino que pasa a haber un dentro y un fuera, un yo y unos otros y, lógicamente también, una causa y un efecto.

Así pues, todo proceso perceptivo de ese hemisferio cerebral es causal, hay siempre una causa con su consiguiente efecto. Y de ahí que nuestra ciencia convencional, que es básicamente la ciencia del hemisferio cerebral izquierdo (la ciencia newtoniana y cartesiana) deseche y, en general, considere poco menos que patológica toda información aportada por el hemisferio cerebral derecho.

Resulta fácil comprender que una percepción dual establece sus postulados mediante un proceso de comparación y contraste entre los opuestos. Y eso es razonar y es también, siempre, enjuiciar y objetivar. Un enjuiciamiento que, por su radicalidad bipolar, supone no solo una conclusión, sino también una exclusión. Porque elegir entre dos extremos presupone, inevitablemente, excluir uno de ellos. Y excluir es condenar, es echar fuera.

Todo juicio, por tanto, comporta considerar algo o a alguien culpable, por tanto, comporta considerar algo o a alguien culpable por el solo hecho de haber considerado algo o a alguien inocente, y echar fuera es la forma de ejecutar el castigo.

Bien, pues eso es precisamente lo que hacemos con la enfermedad. Porque somatizarla es intentar echarla fuera de nosotros, por tanto, el hemisferio izquierdo es también el que crea la moral, al contrastar lo que consideramos adecuado con lo que consideramos inadecuado. O sea, entre lo “bueno” y lo “malo”. Solo que, por tratarse de conceptos, cada persona o etnia puede juzgar el bien y el mal desde una distinta polaridad. Una polaridad que, indudablemente, identifica siempre el bien con el propio yo. O sea, bueno es aquello que es (al menos así lo creo) adecuado para mí. Y malo, lo contrario. Por eso no es de extrañar que haya casi tantos conceptos de moralidad como personas y que la moral cambie cuando cambian los conceptos sobre los que se sustenta. Interpretación moral que consideramos objetiva, cuando en realidad ha sido dictada por las líneas rectoras de la cultura personal y social, así como por las adicciones emotivas profundas que tenemos todos.


Y digo todo esto porque es importante comprender, de cara a la terapia, que “recordar” no es volver a vivir una experiencia, sino llevar a la conciencia la interpretación, no el hecho. Porque lo que cura no es “recordar”, sino vivenciar de nuevo ese hecho traumático.

En definitiva, la percepción del hemisferio cerebral izquierdo no nos da la Realidad, solo una forma de percibirla, por mucho que la ciencia convencional la considere la única forma válida y real de percepción.

El hemisferio cerebral derecho, por el contrario, es analógico, es decir, establece las relaciones por semejanza. En el mundo de la analogía, por ejemplo, una gota de agua en el océano es como (y ese “como” ha de entenderse en el sentido de semejante, no de idéntico) a todo el océano.

El cerebro derecho es intuitivo, así que no escinde, no divide. Antes bien, es siempre impactado por estructuras globales, holísticas. Pero lo más importante es que es altamente emotivo, que en él se albergan los sentimientos. De ahí que toda analogía (que carece de abstracciones mentales y de conceptos) nos llegue siempre viva, con toda su carga de dolor o de gozo, aunque si establezca correlaciones simbólicas. Porque las analogías tienen su lenguaje en las imágenes, símbolos y arquetipos. Y el sueño y la mitología forman parte de ese lenguaje.

Por eso, por el carácter fundamentalmente simbólico de las analogías, puede establecerse la correlación holística de que la parte es como el todo, que una gota de agua del océano es “como” el océano todo, lo mismo que puede afirmarse que una imagen de Cristo puede llevarnos a la comprensión de Cristo vivo.

Por otra parte, el hemisferio derecho es ético, no moral. Y es preciso distinguir claramente entre esos dos conceptos porque las instituciones (y no solo las religiosas) suelen ser proclives a considerar ético lo que solo es moral.

La auténtica ética está grabada en la conciencia ontogénica, es una herencia de nuestra filogénesis evolución de la vida desde su origen hasta nosotros; es decir, está dentro de nosotros, no en tablas de piedra no en los códigos de tantas instituciones oficializadas.

Es importante también saber que el hemisferio cerebral derecho jamás interpreta, sino que muestra siempre hechos concretos, hechos no que “recuerda”, sino que vivencia, porque le llegan impactantes, cargados de emotividad.

Por tanto, mientras el hemisferio izquierdo es unidimensional, lo que le lleva al argumento y al concepto de finalidad, el hemisferio derecho, por el contrario, es holístico, multidimensional. Y, evidentemente, tampoco es discursivo. Cuando el místico vive a Dios, vivencia un hecho auténticamente holístico. De ahí que esa experiencia resulta inefable, que no pueda explicarse con palabras.

Es decir, el hemisferio derecho tiene un carácter holístico, no unidimensional y no cuantitativo, sino cualitativo, porque no cuantifica ya que no escinde ni contrasta; solo muestra, impacta. Y cada uno de esos impactos es global, completo en sí mismo. No divide, como el hemisferio izquierdo, sino que integra, y como el hemisferio derecho la información le llega como impacto vivo, como una información holística, es evidente que no conoce el tiempo. Porque para eso hace falta un proceso dual, analítico, y discursivo, como el hemisferio izquierdo.

El hemisferio derecho se mueve en el espacio y, como en los sueños, hay un escenario, pero la obra que en él se representa no sigue un orden temporal.

La enfermedad es desarmonía, y ésta viene generada ya (y este es el mayor de los traumas) por la división del cerebro en dos hemisferios. Bueno, en realidad por no asumir esa lateralización, porque en lugar de aceptarla, de ser conscientes de ella y, en consecuencia, intentar armonizarla con una sincronización cerebral, lo que hacemos es enfrentar el hemisferio izquierdo al hemisferio derecho, intentar no la integración, sino la victoria de uno sobre el otro.

Es la guerra de los dos hemisferios. Y toda guerra incluida las que proyectamos al exterior y provocan holocaustos físicos, es una sola guerra: la de los dos hemisferios cerebrales.

Pero la medicina convencional, se niega a aceptar que la etiología de la enfermedad pueda estar fuera de las ondas beta, porque ha sacralizado el hemisferio izquierdo y ajusta su metodología terapéutica a las características básicas de la percepción causal que, a entender de esta medicina es la única percepción válida. Es decir, entienden que toda enfermedad debe tener una causa que pueda ser objetivada. Lo que, lógicamente, la lleva a buscar la causa de las enfermedades en algo ajeno a nosotros mismos y a establecer relaciones causales que puedan ser físicamente constatables mediante procesos lógicos.


La sintomatología es solo un mensaje del yo a través del cuerpo para hacerle ver que algo va mal y debe rectificar aquellos aspectos de sí mismo que son la causa de la desarmonía que le está dañando y que son la auténtica causa de la enfermedad . Un mensaje que la medicina convencional no atiende porque no comprende.

Para la medicina, a pesar de lo que se dice, no hay enfermos, sino enfermedades. Y las tiene todas perfectamente clasificadas como si fueran entes vivos, reales. Y como es segregadora, analítica, sus conclusiones siempre son: a mas gérmenes (que esa medicina cataloga de patógenos porque siempre tiene que haber un enemigo), mas enfermedad, hay lesiones que la medicina convencional puede intentar resolver con eficacia, pero hay otro tipo de daños que no. Porque no se puede extirpar una depresión con bisturí, aun cuando ese bisturí sean psicofármacos, ni pueden extirparse quirúrgicamente las causas profundas de, por ejemplo, un cáncer, porque las casusas profundas de toda enfermedad no son las bacterias, ni virus, sino los daños de nuestra biografía oculta que conforman nuestro yo. Y solo llevando a la luz del discernimiento (de una comprensión o sincronización cerebral entre ambos hemisferios) esos cúmulos emocionales que son muy concretos y personales, que no pueden ser clasificados, ni catalogados mediante preconceptos, solo entendiendo que la enfermedad somos nosotros, solo así, con una terapia de esfuerzo por parte del enfermo, podremos recuperar la armonía y curarnos.

Joaquín Grau

www.centroelim.org


martes, 9 de febrero de 2021

El cuerpo y la mente como una unidad

Anatheóresis es una psicoterapia de carácter perceptivo que considera toda enfermedad como una disfunción física o psíquica de origen emocional.

Tiene sus fundamentos en los distintos ritmos cerebrales que condicionan nuestra percepción en el transcurso de nuestras fases de crecimiento, hasta los siete a doce años, en que la frecuencia cerebral es ya de ritmos betas maduros.

Realiza su labor terapéutica induciendo, mediante una relajación simple pero profunda, y sin la administración de drogas ni empleando aparataje electrónico, un estado mental no ordinario de conciencia llamado IERA, en el que, a través de regresión de edad, se indaga por analogía —con la situación emocional del sujeto respecto a su disfunción— en la conciencia oculta, los daños emocionales originados fundamentalmente en el periodo intrauterino, en el parto y en la niñez, desde el nacimiento hasta los 7 a 12 años aproximadamente.

Anatheóresis permite al paciente revivir las causas emocionales profundas que alimentan sus daños físicos y psíquicos. Casi siempre daños que tienen sus raíces en el transcurso de la gestación y/o en el nacimiento. Esos daños, que a lo largo de su vida se han transformado en disfunciones físicas o psíquicas, al salir a la luz de la conciencia mediante la sincronización de los hemisferios cerebrales, el derecho con su capacidad de vivenciar —ver y sentir— los hechos causantes de esos daños emocionales y el izquierdo con la comprensión de las causas de esa sintomatología producida por ellos —somatización—, posibilita que se disuelvan dichos efectos y por tanto la enfermedad.

De la eficacia de Anatheóresis se ha dicho que es “la más revolucionaria aportación en la búsqueda de una nueva forma de entender la medicina”.

La teoría en que se sustenta Anatheóresis, está siendo ahora respaldada por los últimos descubrimientos de la Neurociencia y por las más recientes tesis de la Psicología Transpersonal. (Joaquín Grau)




Para anatheóresis no existe separación entre psique y organismo, considera al ser humano como una unidad que interacciona globalmente ante cualquier información procedente del entorno.
Es más, para cualquier actividad psíquica, sea consciente o inconsciente, se produce una inmediata correlación orgánica. Y si esta actividad psíquica es dañina, también lo será para el organismo, ya sea de forma inmediata o en un futuro.
Aunque actualmente, la medicina ortodoxa y tradicional, no asume ni aplica el supuesto de que mente y cuerpo están profundamente interrelacionados, la experimentación científica revela todo lo contrario.

Ya antes de la llegada de la revolución científica moderna, considerada alrededor de las tres grandes teorías (biología darwinista, física newtoniana y pensamiento cartesiano), prácticamente todas las grandes medicinas y pensadores anteriores, estimaban inseparables mente y cuerpo; Medicina Tradicional China, Ayurveda Hindú, Hipócrates, Aristóteles, Galeno, Juvenal, Sir Francis Bacon, etc.

Pero a finales del siglo XIX y principios del XX, empezaron a oírse voces muy significativas, que comenzaron a teorizar sobre la posibilidad de que el organismo tuviera una íntima relación con la psique, Freud, Pasteur, Walter Cannon, etc. Avanzado el siglo XX, el fisiólogo Hans Selye, en 1936, introdujo el concepto de estrés, formulando el Síndrome General de Adaptación.

En los años 60, George F. Solomon, profesor emérito de Psiquiatría y Ciencias Conductuales de la Universidad de California, explora las relaciones entre estrés, emoción, alteraciones inmunológicas y enfermedad física y metal. Definiendo por primera vez la Psicoinmunología junto con Rudolf Moss.

Finalmente, en 1975, se acuña el término Psiconeuroinmunología (PNI), como resultado de un experimento realizado en la Universidad de Rochester por parte de Robert Adler (psicólogo) y Nicholas Cohen (inmunólogo), que confirmaba el supuesto.

En 1981, Adler, Cohen y David Felten, editan el libro ''Psychoneuroimmunology'', en el que se detalla la íntima relación entre cerebro y sistema inmune. (Adler, Felten, Cohen, 2006)

Y en 1985, de la recopilación de una serie de trabajos históricos se produce la ''Fundación Científica de la Psiconeuroinmunología'', plasmándose en la edición del libro ''Foundations of Psychoneuroimmunology''. (Locke et all, 1985)

La PNI, ha demostrado y demuestra con cada experimento, la íntima relación entre psique y organismo. Y no solo se ha demostrado que las emociones inciden en las respuestas fisiológicas, sino que el circuito también funciona al revés. (Lipton, 2010)

Igualmente son muy numerosos los estudios sobre diversas alteraciones psíquicas y su influencia dañina en el organismo, por ejemplo el estrés, la ansiedad y la angustia producidos por diversos factores psicosociales; el luto, la separación o divorcio, el desempleo y los exámenes académicos. (Orjuela y otros)

También clarificadores, han sido los trabajos sobre el efecto placebo (Moseley, 2002) y nocebo (Ikemi, and Nakagawa, 1962). Solo entre 1997 y 2001 se realizaron unos 10.000 estudios, que afirmaban la interacción mente cuerpo. (García Mac Dougall, 2001)

Incluso ampliamente estudiado, ha sido la incidencia positiva en el organismo de diversas técnicas como la meditación, la concentración y la relajación (Infante de la Torre, 1995).

Como también, muy numerosos, los estudios sobre los efectos de medicinas y terapias alternativas, por lo que el propio Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos, creó en 1992, una oficina específica para realizar dichos estudios, formando parte del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos (DHHS), el Centro Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa (NCCAM).

Por tanto, el que la medicina ortodoxa actual no trabaje con este supuesto, no se debe, como se puede comprobar, a la falta de argumentos científicos.

www.grau.anatheoresis.com

Atención Terapéutica

En el Centro Elim (Roquetas de Mar- Almería) efectuamos Tratamiento Terapéutico Anatheorético a las personas interesadas en recibir la terap...