domingo, 23 de octubre de 2022

Emociones transmitidas al feto.


Hay que tener en cuenta, que desde la concepción, el ser en desarrollo, tiene capacidad de recoger información de su entorno, y ese entorno es el vientre materno y por tanto su madre.

El embrión y posteriormente el feto no solo recibe de su madre nutrientes y oxígeno, sino también cualquier otro tipo de información -ya sea física o psíquica que la madre procese- y que le condicionará absolutamente.

Anatheóresis recalca, que esa información psíquica -recogida de su madre por el ser en desarrollo- es básicamente emocional y como tal se procesará.

Para entender el proceso, debemos recurrir al descubrimiento de la Dra. Candace Pert, el receptor de opiáceos, y a los estudios sobre los péptidos. Indica la Dra. Pert, que a dichos receptores se unirán unas determinadas macromoléculas, los péptidos, que son los transportadores de la información.

En función del tipo de péptido, la membrana celular producirá unos determinados efectos y una retroalimentación, lo que condicionará la producción a su vez de otros péptidos que llevarán esa información a otras células en diferentes zonas del organismo.

Señala también, que cada péptido mediatiza un determinado estado emocional, y por tanto son la manifestación bioquímica de las emociones. Significando que las funciones psíquicas y corporales estarían influidas por las emociones, puesto que en la mayoría, si no en todas, intervienen los péptidos. Este proceso a su vez implica que hay una red psicosomática, que engloba a los sistemas nervioso, endocrino e inmunológico y que se extiende a lo largo y ancho de todo el organismo. (Pert, 1999)

Al respecto señala la Dra. Pert:

"Las emociones son el contenido informacional, que es intercambiado vía la red psicosomática, con los órganos, células y sistemas que participan en el proceso.
Así como la información, las emociones viajan en dos realidades: la de la mente y el cuerpo, como péptido y receptores en la realidad física y como sentimientos y emociones en el plano no material."

Actualmente se trabaja con las 60 o 70 macromoléculas que componen el grupo de péptidos, bajo la hipótesis de que cada uno de ellos pueda despertar un determinado estado emocional, por lo que podrían constituir un lenguaje bioquímico emocional universal.

Por tanto, si los péptidos contienen la información codificada de las emociones, y el trasvase de información se realiza a través de la membrana celular, no hay nada que impida que toda la información que circula por el organismo de la madre, sea captada desde el mismo instante de la fecundación, por ese organismo en desarrollo dentro del vientre materno. Eso implicará que cualquier actividad, sea psíquica o física de la madre, puede ser recogida y procesada de forma emocional por el nonato.

Pero si dicha información proviene de un impacto emocional agudo o, aunque sea de menor potencia, se mantiene en el tiempo, posibilitará que si se siguen produciendo más impactos emocionalmente análogos a lo largo de la vida del sujeto, finalmente podrían somatizar en distintas disfunciones tanto psíquicas como físicas.

Básicamente lo que ocurre, es que dicha información, recogida, procesada y la respuesta consiguiente, se convertirán a lo largo del tiempo en una creencia, generalmente inconsciente, para nuestro cuerpo y mente.

Joseph LeDoux, una de las principales autoridades mundiales en neurofisiología de la emoción, catedrático de la Universidad de Nueva York, e investigador de la lateralidad cerebral, incide en la dimensión funcional y biológica de las emociones, acentuando su decisiva influencia en la conducta humana. (Leroux, 1999)

También desde la Biología celular se incide en este tema, exponiendo en su obra el Dr. Bruce Lipton, que el pensamiento y las creencias son absolutamente determinantes en la salud. (Lipton, 2007)

Igualmente destacar al Dr. David Servan-Schreiber, que demostró con su estudio científico que "los sucesos dolorosos dejan una profunda marca en nuestros cerebros", que "los trastornos emocionales…, fruto en muchas ocasiones de dolorosas experiencias vividas en el pasado", y que además indica, que no se puede separar el estado físico y el estado mental. (Servan-Schreiber, 2005)

No podemos olvidar, los estudios sobre la Inteligencia Emocional y su relación con la salud. Un exponente, por la repercusión mediática obtenida y la cantidad de referencias científicas, sea quizás el libro de Daniel Goleman, Inteligencia emocional. (Goleman, 2001)

Es decir, ante uno nuevo, si en el pasado se produjo un impacto análogo, la respuesta inmediata será la que desarrolló en el trauma original y siguientes, y si esa respuesta es dañina para el organismo, generalmente en forma de estrés, ansiedad, etc. (inyecta de hormonas estresantes, inhibición del Sistema Inmunológico, etc.), también lo será en el momento del impacto final, y cuanto mayor sea, mayor repercusión negativa tendrá en el organismo.

Pero además, Anatheóresis indica que lo análogo se atrae, por ello nuestro inconsciente creará los mecanismos necesarios para que las emociones pasadas se puedan repetir -dado que se ha convertido en una creencia-, incluso si éstas son dañinas para nuestro organismo o nuestra psique.

Hay que tener en cuenta que la información que emplea y procesa nuestro cerebro es básicamente inconsciente, de hecho más del 95%.

Por tanto, cuando una emoción -que como hemos indicado anteriormente está asociada a un neuropéptido- se repite en el tiempo, o la emoción ha sido de tal intensidad que el cuerpo se ha llenado de esas macromoléculas, las células pueden volverse adictas a ese mismo neuropéptido.

El mecanismo es el mismo que en la drogadicción. Bajo la perspectiva de la inseparabilidad mente cuerpo -con un flujo de información en ambas direcciones- sería posible, que inconscientemente, la mente haga los ajustes necesarios para poder generar determinados neuropéptidos -reclamados por las células-, lo que implica sentir esa misma emoción.

J. Grau


Parto - el nacimiento


Anatheóresis también incide especialmente en el momento del nacimiento, dada la especial susceptibilidad a los impactos traumáticos. No obstante, hay que indicar que, esos impactos pueden ser tanto originales, como también análogos a algunos ya sufridos dentro del vientre.

Para la medicina ortodoxa, el momento del nacimiento no deja de ser sino un hito entre el ser y un casi no ser. Y ya es inaudito en sí mismo, que sea la medicina la que se encargue del acto del nacimiento, como si la mujer embarazada fuera una enferma, pero de hecho así se la trata y por ello se realiza generalmente en hospitales.

Para los implicados en el parto, únicamente madre e hijo, será un momento íntimo, único y mágico en sus vidas. Es el momento que elige el bebé para salir, el momento en que la madre responderá mediante contracciones empujando a su hijo hacia el túnel de vaciamiento, momento en que se produce una intensísima explosión de endorfinas (hormona de la felicidad) en ambos sujetos -y de oxitocina (hormona del amor) en la madre-pero también el momento en que la piel del bebé se activará al pasar por el túnel de vaciamiento. Y ya fuera, se traduce en un trance cumbre, cuando por fin se encuentra cara a cara con su madre -y la mira a los ojos por primera vez- cuando sentirá, también por primera vez, su piel contra la de ella.

Pasados unos instantes, podrá succionar su primer líquido templado y dulce -el calostro- que por otra parte, dicho acto, también volverá a provocar otra inyecta de endorfinas en madre e hijo (y de oxitocina en la madre), hormonas que además recibirá a través de la leche. Y recordemos, que son las mismos hormonas que se liberan en el orgasmo.

Este proceso en la actualidad, como habrán supuesto, solo es un cuento. El momento del parto, actualmente pasa por una serie de vicisitudes que nada tienen que ver con nuestra condición de mamíferos.

La medicina trata a la madre como si los nacimientos hasta la época moderna solo hubieran sido posibles gracias a una increíble sucesión de causalidades benévolas, y por tanto, ha decidido tomar el mando de ese proceso.

Ya no es el bebé quién decide cuando tiene que salir, a la madre tampoco se le dan demasiadas opciones. La percepción en la sociedad actual es que ese proceso es muy doloroso y poco gratificante para la madre, por lo que lo deja en manos de los médicos, y al bebé ni se le tiene en cuenta.

La privacidad literalmente ha desaparecido; médicos, enfermeras, comadronas y, posiblemente, el padre cámara en mano, pululan alrededor de la madre. Madre que, literalmente, tiene totalmente activado su neocortex y su Sistema Nervioso Simpático, con lo que la inyecta en su cuerpo de hormonas estresantes, es la consecuencia inmediata, e inhiben la producción, a su vez, de endorfinas y oxitocina.

Cuando en realidad, solo debería tener activado el Sistema Nervioso Parasimpático, básicamente estar en modo relajación. Por lo que relajar el canal de nacimiento, es sumamente complicado, por ello cada vez se recurre más a la "ayuda" de medicamentos, desde relajantes sintéticos hasta anestesias totales. Tampoco ayuda en absoluto, que a la parturienta se la coloque en posición horizontal -que sepamos la gravedad va hacia abajo-, con lo que el sobreesfuerzo en madre y bebé se multiplica. Dada la poca relajación que alcanza la madre, se producen muchos atascos que son solventados con diversas técnicas invasivas; medicamentos, cesáreas, fórceps, ventosas, episiotomía, etc.

En el momento del nacimiento, el bebé es impactado por luces a las que sus ojos no han podido acostumbrarse, voces que estallan en sus sensibles oídos y el corte del cordón umbilical antes de que deje de latir.

El cordón umbilical, deja de latir en aproximadamente media hora, y es un mecanismo de defensa, por si durante esos primeros momentos ocurre algún percance.
Pero nacido ya el bebé, tampoco es el que el panorama sea más halagüeño, se le llevan para pesar, medir, lavar, vestir, etc. con lo que el momento de ver y sentir a su madre, se alarga inexplicablemente en el tiempo.

Todos estos, llamémosles, contratiempos, originan en el bebé una serie de brutales impactos emocionales, que en la práctica clínica de anatheóresis descubrimos constantemente. Además, hay que tener en cuenta, que el bebé en esos momentos, dada la sobreexcitación a la que es sometido, produce la mayor inyecta de hormonas estresantes que tendrá en su vida. De hecho, si un adulto generara tal cantidad, podría morir.

No obstante, lentamente, las cosas parece que van cambiando, y aunque el frío y poco amable parto hospitalario siga siendo la norma común, se va respetando más el hecho de que como mamíferos, se requiere en esos momentos, privacidad, relajación, contacto y calor emocional entre madre y bebé.

Es creencia común en la sociedad, que el parto hospitalario es mucho más seguro que el parto natural en el propio hogar, pero los datos científicos demuestran precisamente todo lo contrario.

La Dra. Marjorie Tew, famosa ginecóloga británica, realizó en un macroestudio en 1985 para demostrar la bonanza del parto hospitalario, pero los resultados demostraron precisamente todo lo contrario. (Tew, 1985).


En el siguiente cuadro se detallan los resultados de dicho macroestudio, el ratio es muertes por cada 1000 parturientas:


Nivel de riesgo                 Parto en hogar con partera           Parto en hospital


Muy bajo                                                               3.9                                             8.0
Bajo                                                                        5.2                                             7.9
Moderado                                                              3.8                                          32.0
Alto                                                                        15.5                                          53.2
Muy alto                                                              133.3                                       162.6
Total                                                                         5.4                                         28.0


Marjorie Tew, concluyó que la intervención obstétrica puede salvar la vida de algunas mujeres y bebés, pero en la mayoría de los casos la intervención obstétrica aumenta el riesgo de manera significativa. (Tew, 1998).

Muchos estudios posteriores vienen a avalar este supuesto, incluso con diferencias mucho mayores a favor del parto en el hogar.

Un artículo muy interesante con varios estudios en ese sentido, es el de la antropóloga y partera canadiense Marie Tyndall, "Mortalidad materna: La Maternidad Segura se encuentra en el Protagonismo de las Mujeres mismas". Y por supuesto, la obra del Dr. Michel Odent. (Odent, 2008, 2009, 2011).

Por otra parte, sobre la posibilidad de daños emocionales en esos momentos, ya Freud en 1916 ("Lecciones introductorias al psicoanálisis", lección 25: la angustia): Señala que la angustia es un estado afectivo, y habla del nacimiento como el suceso que deja tras de sí dicha huella. También su discípulo Otto Rank, detallaba, en 1924, que era un momento crítico y altamente traumático. (Rank, 1981).

En la actualidad, ya son muchos los que teorizan sobre este aspecto, quizás el que más y mejor ha expuesto este problema, sea el adalid mundial del parto natural, el Dr. Michel Odent, del que, asimismo, habla en toda su obra. (Odent, 2008, 2009, 2011).


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