Anatheóresis es una
psicoterapia de carácter perceptivo que considera toda enfermedad como una
disfunción física o psíquica de origen emocional.
Tiene sus fundamentos
en los distintos ritmos cerebrales que condicionan nuestra percepción en el
transcurso de nuestras fases de crecimiento, hasta los siete a doce años, en
que la frecuencia cerebral es ya de ritmos betas maduros.
Realiza su labor
terapéutica induciendo, mediante una relajación simple pero profunda, y sin la
administración de drogas ni empleando aparataje electrónico, un estado mental
no ordinario de conciencia llamado IERA, en el que, a través de regresión de
edad, se indaga por analogía —con la situación emocional del sujeto respecto a
su disfunción— en la conciencia oculta, los daños emocionales originados
fundamentalmente en el periodo intrauterino, en el parto y en la niñez, desde
el nacimiento hasta los 7 a 12 años aproximadamente.
Anatheóresis permite
al paciente revivir las causas emocionales profundas que alimentan sus daños
físicos y psíquicos. Casi siempre daños que tienen sus raíces en el transcurso
de la gestación y/o en el nacimiento. Esos daños, que a lo largo de su vida se
han transformado en disfunciones físicas o psíquicas, al salir a la luz de la
conciencia mediante la sincronización de los hemisferios cerebrales, el derecho
con su capacidad de vivenciar —ver y sentir— los hechos causantes de esos daños
emocionales y el izquierdo con la comprensión de las causas de esa
sintomatología producida por ellos —somatización—, posibilita que se disuelvan
dichos efectos y por tanto la enfermedad.
De la eficacia de
Anatheóresis se ha dicho que es “la más revolucionaria aportación en la
búsqueda de una nueva forma de entender la medicina”.
La teoría en que se
sustenta Anatheóresis, está siendo ahora respaldada por los últimos
descubrimientos de la Neurociencia y por las más recientes tesis de la
Psicología Transpersonal. (Joaquín Grau)
Es más, para
cualquier actividad psíquica, sea consciente o inconsciente, se produce una
inmediata correlación orgánica. Y si esta actividad psíquica es dañina, también
lo será para el organismo, ya sea de forma inmediata o en un futuro.
Aunque actualmente,
la medicina ortodoxa y tradicional, no asume ni aplica el supuesto de que mente
y cuerpo están profundamente interrelacionados, la experimentación científica
revela todo lo contrario.
Ya antes de la
llegada de la revolución científica moderna, considerada alrededor de las tres
grandes teorías (biología darwinista, física newtoniana y pensamiento
cartesiano), prácticamente todas las grandes medicinas y pensadores anteriores,
estimaban inseparables mente y cuerpo; Medicina Tradicional China, Ayurveda
Hindú, Hipócrates, Aristóteles, Galeno, Juvenal, Sir Francis Bacon, etc.
Pero a finales del
siglo XIX y principios del XX, empezaron a oírse voces muy significativas, que
comenzaron a teorizar sobre la posibilidad de que el organismo tuviera una
íntima relación con la psique, Freud, Pasteur, Walter Cannon, etc. Avanzado el
siglo XX, el fisiólogo Hans Selye, en 1936, introdujo el concepto de estrés,
formulando el Síndrome General de Adaptación.
En los años 60, George F.
Solomon, profesor emérito de Psiquiatría y Ciencias Conductuales de la
Universidad de California, explora las relaciones entre estrés, emoción,
alteraciones inmunológicas y enfermedad física y metal. Definiendo por primera
vez la Psicoinmunología junto con Rudolf Moss.
Finalmente, en 1975,
se acuña el término Psiconeuroinmunología (PNI), como resultado de un experimento
realizado en la Universidad de Rochester por parte de Robert Adler (psicólogo)
y Nicholas Cohen (inmunólogo), que confirmaba el supuesto.
En 1981, Adler, Cohen
y David Felten, editan el libro ''Psychoneuroimmunology'', en el que se detalla
la íntima relación entre cerebro y sistema inmune. (Adler, Felten, Cohen, 2006)
Y en 1985, de la
recopilación de una serie de trabajos históricos se produce la ''Fundación
Científica de la Psiconeuroinmunología'', plasmándose en la edición del libro
''Foundations of Psychoneuroimmunology''. (Locke et all, 1985)
La PNI, ha demostrado
y demuestra con cada experimento, la íntima relación entre psique y organismo.
Y no solo se ha demostrado que las emociones inciden en las respuestas
fisiológicas, sino que el circuito también funciona al revés. (Lipton, 2010)
Igualmente son muy
numerosos los estudios sobre diversas alteraciones psíquicas y su influencia
dañina en el organismo, por ejemplo el estrés, la ansiedad y la angustia
producidos por diversos factores psicosociales; el luto, la separación o
divorcio, el desempleo y los exámenes académicos. (Orjuela y otros)
También
clarificadores, han sido los trabajos sobre el efecto placebo (Moseley, 2002) y
nocebo (Ikemi, and Nakagawa, 1962). Solo entre 1997 y 2001 se realizaron unos
10.000 estudios, que afirmaban la interacción mente cuerpo. (García Mac
Dougall, 2001)
Incluso ampliamente
estudiado, ha sido la incidencia positiva en el organismo de diversas técnicas
como la meditación, la concentración y la relajación (Infante de la Torre,
1995).
Como también, muy
numerosos, los estudios sobre los efectos de medicinas y terapias alternativas,
por lo que el propio Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados
Unidos, creó en 1992, una oficina específica para realizar dichos estudios,
formando parte del Instituto Nacional de Salud de los Estados Unidos (DHHS), el
Centro Nacional de Medicina Complementaria y Alternativa (NCCAM).
Por tanto, el que la
medicina ortodoxa actual no trabaje con este supuesto, no se debe, como se
puede comprobar, a la falta de argumentos científicos.
www.grau.anatheoresis.com
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