Por tanto, es un problema de gradación, pero la relajación es hipnosis, como hipnosis es también la sofronización; lo que las distingue es sólo el grado de profundidad hipnótica.
Y la diferencia básica con la hipnosis profunda es que en ésta el paciente pierde la conciencia -que es sólo un estado de amnesia-, mientras que en la relajación y en la sofrosis no ocurre así y el paciente permanece consciente.
Y la diferencia básica con la hipnosis profunda es que en ésta el paciente pierde la conciencia -que es sólo un estado de amnesia-, mientras que en la relajación y en la sofrosis no ocurre así y el paciente permanece consciente.
En Anatheóresis, además, se le lleva siempre a un ritmo cerebral determinado, a 4 Hz. de frecuencia, en el umbral de la pérdida de consciencia pero evitando que ésta se produzca.
¿Y por qué realizar la terapia exactamente a esa frecuencia y no a otra?
Porque mis investigaciones experimentales me llevaron a comprobar, con los años, que el ritmo de 4 Hz. era la llave que abría la cámara acorazada del hemisferio cerebral derecho y permitía vivenciar y diluir los daños acumulados a lo largo de la etapa de gestación, nacimiento y primeros años de vida de todo ser humano.
Constatando, además, que era sumamente fácil llevar a un paciente a esos 4 Hz., que bastaba casi una simple relajación profunda. Y cuando descubrí, hace ya más de veinte años, la forma de inducir a un paciente a 4 Hz. sin que se durmiera, varios científicos convencionales me dijeron que eso era imposible ya que esa frecuencia reproducía el estado hipnagógico y ello suponía, inevitablemente, entrar en el estado de sueño fisiológico.
Hubo que esperar a que la tecnología pusiera a punto sofisticados electroestimuladores para que la neurociencia descubriera que, en efecto, estar con altos trenes de ondas theta básicas, no supone necesariamente entrar en el sueño, así como para descubrir que ésa es la frecuencia cerebral que mejor permite revivir acontecimientos de la infancia e, incluso, anteriores.
En suma, que hoy la neurociencia ha corroborado lo que hace veinte años ya venía diciendo. En fin, más vale tarde que nunca.
Joaquin Grau (entrevista en Discovery Salud)
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