Para Anatheóresis, los procesos de
identificación no solo no son patológicos, sino que son totalmente naturales, inevitables y necesarios, lo
cual no impide que puedan establecerse identificaciones patológicas.
En los 4 primeros estadios de
percepción, el cerebro procesa la información de manera analógica.
El proceso analógico se enmarca dentro de dos principios: el
principio de imitación- todos
podemos producir aquello que deseamos imitándolo, y el principio del contagio (por resonancia o por simpatía): las cosas que han estado
en contacto y dejado de estarlo, continúan teniendo una con respecto a la otra
la misma influencia que si su contacto persistiera, es decir, podemos influir
desde lejos sobre toda persona, animal o cosa de la que tengamos algo.
De manera que el gestante actúa por
imitación, así si recibe un impacto agradable, intenta imitar una y otra vez
aquello a lo que ese impacto emocional va asociado para seguirse
gratificando.
Esa imitación puede ser un gesto, un
sonido, etc., ya de manera más clara y
directa en el estadio infantil, el niño imita a sus padres, puesto que su yo en
formación (hemisferio beta) no tiene otra manera de afirmarse que buscando
patrones analógicos de conducta. El principio de imitación hace que le niño vea
en su oso de peluche, un oso de verdad, y si pertenece a la madre, lo aprecia más aún porque por el principio del
contagio además del oso, tiene también a su madre.
El proceso natural del niño es que se
identifique con sus padres, porque a nivel theta sabe que no podría sobrevivir
sin ellos. La identificación además de natural, es saludable, porque le va
dando estructura a su yo y le da estabilidad y seguridad emocional.
El problema no es la identificación, el
problema es el estado beta de los padres, que intenta imponer la educación beta
sobre el estado básicamente theta del niño, lo cual es ajena y perjudicial. Un auténtico
conflicto surge de una respuesta beta a una demanda theta.
El problema no es la identificación, el
problema surge cuando no hay personas con las que el niño pueda identificarse,
o habiéndolas (básicamente los padres) son incapaces de comprender las demandas
y actitudes theta del niño.
En ambos casos, el niño no solo crecerá
con identificaciones patológicas, sino que y principalmente en el primer caso,
cuando no hay personas con las que pueda identificarse, ya púber, seguirá
buscando identificaciones que indicaran una carencia no resuelta, una merma de
yo, la existencia de CATs altamente energéticos.
Un estado beta maduro sin
interferencias de CAT es elección, no necesidad. La necesidad, la compulsión,
es patología y patología, es por ej. buscar a nuestra madre o a nuestro padre
en todas las personas, de uno u otro sexo, y esto es por no haberlos tenido
afectivamente.
Los padres transmiten lo que viven, no
se trata de juicios, ni de si son permisivos o autoritarios, más bien es que
nunca son lo auténticamente comprensivos; se tiende a ceñir, empujar, imponer
nuestros CATs, ya la nuestra es una cultura enferma.
Con la identificación (imitación y
contagio), escribimos nuestra biografía de CATs Y GATs. Una biografía sumamente
energética, no olvidemos que los ritmos lentos son subjetivos y por lo tanto, la identificación en fases de
vida como el estadio intrauterino, es ingestión de los impactos emocionales que
nos llegan. Aunque pertenezcan a nuestra madre, los vivimos como nuestros impactos, sean agradables o
desagradables, el feto los tiene que retener, porque los impactos son él.
Ya en los últimos meses de gestación o
ya nacidos, sin ondas beta o más bien con ondas beta incipientes, los IATs que
eran unitivos pasan a ser bipolares (pero es incipiente), paso a saber que la ropa que me pongo no es
la mía, es la de mi padre, pero sigo manteniendo la percepción unitiva que me
dice que si me pongo su ropa, él y yo pasaremos a ser uno.
Es decir, que en nuestra evolución de
nuestros ritmos, vamos del predominio de una percepción introyectada a otra en
la que acabará predominando la dualidad.
Ejemplo, estar atrancado en el conducto
vaginal es dolor,
¿por qué luego
repetimos ese vector que nos lleva en todo a la inmovilidad, por qué no lo
sofocamos?
El hemisferio derecho, es subjetivo, no
tiene percepción dual que le permita el discernimiento las experiencias, la vida intrauterina es
básicamente unitiva, o sea de incorporación por unificación puramente
emocional.
Todo se siente como de uno mismo, no hay dentro y fuera, no hay
bueno y malo, solo hay (en los primeros estadios de percepción) un simple
sistema nervioso menos o más maduro,
pero sin o con muy pocas defensas, que recibe y acumula los impactos. Y
al acumularlos, e ir formando CAGs y
también CATs, esas poderosas cargas magnéticas que conforman la vida psíquica
del niño, porque esas cargas son él, las ha ingerido en una íntima comunión, con ellas ira formando su yo.
Son las
identificaciones que luego patológicamente buscará y tenderá a proyectar.
Luego en la niñez utilizamos las
defensas de una falsa identificación, así nos vamos forjando un yo inadecuado.
Esa biografía oculta, es analógica,
esto es que por una lado los CATs van enriqueciendo energéticamente por
identificación analógica emocional, y por el otro la forma en que el yo expresa
esa biografía es una resultante de daños y gratificaciones, que se manifiestan
en nuestra forma de ser, sentir y vivir, en nuestra personalidad (máscara).
En cuanto al yo armónico que pudimos
ser, sigue llorando en nuestro interior, sigue buscando poder emerger.
Somos máscaras que buscan su auténtica
identidad. (Joaquín Grau)
Glosario:
CATs cúmulos analógicos traumáticos
GATs cúmulos analógicos gratificantes
IATs impactos analógicos traumáticos
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